El umbral de la noche nos transporta a un mundo de terrores imposibles que no por ello dejan de estar ahí, a la vuelta de la esquina, en un maizal, en un pueblo abandonado, en una lavandería, debajo de la cama o tras esa puerta de armario que ni siquiera rechina.
El umbral de la noche nos transporta a un mundo de terrores imposibles que no por ello dejan de estar ahí, a la vuelta de la esquina, en un maizal, en un pueblo abandonado, en una lavandería, debajo de la cama o tras esa puerta de armario que ni siquiera rechina.