Este segundo de los cinco libros de cuentos de Sherlock Holmes ofrece tres particulares atractivos: recuerda el caso inicial resuelto por el futuro gran detective (“La aventura de la Gloria Scott”) y otro de sus casos cuando empezaba a dedicarse a esa profesión (“La aventura del ritual de los Musgrave”); contiene la única vez en todos los cuentos y novelas protagonizadas por él donde le dice a su compañero Watson la palabra “elemental” (en “La aventura del hombre encorvado”), que luego se convertiría en respuesta clisé del imaginario popular, y narra la presunta muerte del héroe de la detección (“La aventura del problema final”), cuando Conan Doyle quiso librarse de su personaje, aunque luego cambiaría de idea y le daría nueva vida.
Este segundo de los cinco libros de cuentos de Sherlock Holmes ofrece tres particulares atractivos: recuerda el caso inicial resuelto por el futuro gran detective (“La aventura de la Gloria Scott”) y otro de sus casos cuando empezaba a dedicarse a esa profesión (“La aventura del ritual de los Musgrave”); contiene la única vez en todos los cuentos y novelas protagonizadas por él donde le dice a su compañero Watson la palabra “elemental” (en “La aventura del hombre encorvado”), que luego se convertiría en respuesta clisé del imaginario popular, y narra la presunta muerte del héroe de la detección (“La aventura del problema final”), cuando Conan Doyle quiso librarse de su personaje, aunque luego cambiaría de idea y le daría nueva vida.